viernes, 21 de junio de 2013

La Pasión encendida de Jessica y Vanessa

Mientras me hipnotizaba con sus palabras me incorporó del sofá y delante de mi se quitó la camiseta, dejando a la vista un sencillo sujetador blanco que cayó a sus pies dejándome ver sus senos de cerca. Tan cerca que podía olerlos, tan cerca que podía discernir todos los tonos de sus pezones, tan cerca que podía oír cómo crecían. Me cogió una mano y la acompañó hasta posar nuestras palmas en uno de sus pechos. Los dedos temblaban al notar la turgencia del pecho, la cálida y lisa piel que lo envolvía, el mamelón, cúspide de tal pirámide se apretaba entre mis dedos engordando mis más intimas ganas. Mi interior se derretía y los primeros flujos resbalaron como los de una virgen en plena excitación.